La Quebrada de la Vieja, un tesoro oculto de Bogotá

Poza a 40 minutos caminando de mi casa en Bogotá. 
Bogotá es una ciudad inmensa, donde desplazarse de un sitio a otro es una carrera de obstáculos, y además una carrera a cámara lenta. Muchos barrios tienen poco arbolado, y faltan parques, aunque hay algunos hermosos, como el Simón Bolívar. Sin embargo, los Cerros Orientales son un espectacular tesoro ecológico. Siempre amenazados por la presión urbana, han sabido defender su patrimonio natural de forma casi milagrosa, aunque esta defensa sea precaria. 

No es fácil adentrarse en los Cerros. Los caminos son muy empinados, y si uno no sabe por donde va, puede acabar en un acantilado, o en una antigua cantera (hasta su protección legal en 1944, muchos materiales de obra se extraían de esta zona). También hay algunos problemas de seguridad. Por eso lo mejor es hacer las caminatas con alguien que los conozca, y seguir siempre sus consejos.

Túnel bajo la Avenida Circunvalar
La Quebrada de la Vieja es seguramente el mejor lugar para un primer contacto. Yo subí con mis amigos de Caminantes del Retorno, que organizan caminatas por los cerros los martes y jueves. Nos reunimos en el cruce de la 7ª con la 72, bajo las torres que jalonan uno de los mayores centros financieros de la ciudad. Es increíble que a penas a 10 minutos caminando desde allí, da comienzo una caminata espectacular.


La Quebrada está abierta solo hasta las 10 de la mañana, por lo que se hace imprescindible madrugar. Callejeando por la 70 se llega a un túnel que permite rebasar la de otra forma infranqueable Avenida Circunvalar, y justo después del túnel nos encontramos con la puerta de la reserva, donde dos policías nos desean los buenos días. La presencia policial es constante a lo largo del camino, lo que despeja cualquier duda sobre la seguridad.


Policías a caballo vigilan el camino hasta las 10.

El camino es empinado, acompaña al río La Vieja, que forma pozas y saltos de agua en su descenso hacia la sabana. El agua está limpia: parece mentira que estemos tan cerca del centro de Bogotá. Mucha gente sube y baja, sola, en grupo, con perros: se respira la misma sensación que en un parque urbano.

Existen varias rutas, siendo la mas conocida la que lleva a una imagen de la Virgen. Nosotros tomamos una que nos adentró en los cerros, hasta que logramos tener vistas del Parque Nacional y de los picos más elevados de la zona. Adelante, los llanos orientales. A la izquierda, Chingaza, y a la derecha Sumapaz. Pero se hace tarde y tenemos que regresar a Bogotá: a las 10 de cierran las puertas y no es fácil salir de la zona. Un guardabosques se asegura de que nadie quede perdido en el camino.

Un descanso en el empinado camino

En pocos minutos estamos en la 5ª con la 72, y nos encontramos con la actividad frenética de los ejecutivos que acuden a sus trabajos. Un pan de bono, un tinto, una conversación agradable, y empieza la jornada en la capital de Colombia


Vista desde los Cerros Orientales

En la página web de la Fundación Cerros de Bogotá se puede encontrar mucha información sobre la historia y los riesgos que la presión urbana ejerce sobre los Cerros orientales.

Comentarios

  1. Me queda mucho por descubrir de mi linda Bogotá.

    Gracias por mostrarnos estos rincones tan bonitos :)

    Un saludo.

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  2. Estos lugares deberian quedarse en secreto de algunos pocos que si disfrutamos de la tranquilidad del medio ambiente. No es recomendable que los exploten turisticamente porque acabaria drasticamente con su sostenibilidad.

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