MAMBo: siempre en la lucha

Fiesta, serigrafía de Alexander Calder. Foto: Jorge Bela
El Museo de Arte de Bogotá –MAMBo - está de cumpleaños: nada menos que 50. Para celebrarlo, ha montado una gran exposición en la que se muestran la mayor cantidad de obras de su colección posible. El espacio es limitado y en algunos casos se colocan obras en tres pisos, como en los antiguos palacios, lo que ha permitido ubicar piezas nunca antes expuestas. Vale la pena acercarse y ver los cuadros, grabados, esculturas y fotografías de esta gran exposición.

Sin embargo, cuando uno pasea por el tranquilo edificio diseñado por Salmona, y que integra a los Cerros orientales como una obra maestra más, no puede si quiera imaginarse la historia accidentada del museo. La realidad supera cualquier ficción. Se fundó el 31 de octubre de 1.963, momento en que la  historiadora y crítica de arte Marta Traba asumió su dirección. Sus primeras sedes fueron un local en la 7ª con  23 y la biblioteca Luis Angel Arango. Allí exhibieron sus obras artistas, por entonces desconocidos, de la talla de Botero, Grau o Wiedemann. En 1.965 se trasladó a la Universidad Nacional, y entre los artistas que se expusieron allí sus obras se encuentran Negret y Ana Mercedes Hoyos.

Corona para un princesa chibcha, de María Fernanda Cardozo. Foto: Jorge Bela
En 1.967 las cosas empezaron a agitarse.  Marta Traba, de nacionalidad argentina, fue expulsada de Colombia tras criticar la presencia de militares en la Universidad, y aunque logró permanecer en el país, tuvo que abandonar la dirección del MAMBo durante dos años, y tras un breve retorno en 1.969, de forma definitiva. Gloria Zea, cuya biografía también podría servir para un excelente guión cinematográfico, asumió el cargo. Según cuenta en una reciente entrevista en El Tiempo, “Marta me entregó una cajita de cartón donde estaban los documentos legales, los catálogos de las exposiciones y una lista de 80 cuadros, que eran la colección permanente del Museo.”

Negret, con varias obras al fondo. Foto: Jorge Bela
Su comienzo no fue fácil: al poco tiempo hubo unos disturbios en la Universidad Nacional en los que se apedrearon los vidrios del museo. Gloria, con la ayuda de su marido y un hijo, sacaron los cuadros, esculturas y papeles por las ventanas y se los llevaron en taxis. En ese momento empezó la búsqueda de una nueva sede, que finalmente fueron unas dependencias de la sede de Bavaria en la 26, entonces recién construida. En el 71 tuvieron que trasladarse de nuevo, esta vez al Planetario,  y en el 79 pudieron instalarse en su sede definitiva: un edificio cuyo diseño donó Salmona, y que fue ampliado en 1.985.

El gran ventanal convierte a los Cerros Orientales en otra obra maestra. Foto: Jorge Bela
Los años transcurridos desde la construcción han sido todo menos tranquilos. Para empezar, los terrenos cedidos por el Ministerio de Obras Públicas, al otro lado del Parque de la Independencia, eran demasiado pequeños, y Gloria decidió invadir terrenos colindantes (audacia solo concebible en Colombia), aunque fueron legalizados posteriormente. En los años siguientes se produjeron sonados escándalos mediáticos, propios del caldeado ambiente emocional que rodea al arte contemporáneo. Uno de ellos fue desencadenado en 1.985 por una carta firmada por varios artistas en la que se quejaban de que el MAMBo era más un depósito de arte nunca exhibido que un verdadero museo.  En 2.003 una exposición de barbies, titulada Moda Latinoamericana, levantó una monumental polvareda en los círculos artísticos de Bogotá. Finalmente, el Museo, que sigue siendo una entidad privada sin ánimo de lucro, recibe ayudas periódicas del Estado, lo que de cuando en cuando suscita controversias, algo que por otro lado resulta inevitable en Colombia siempre que median fondos públicos.

Gloria, que ha tenido tres esposos y los tres de armas tomar,  no se amedrenta. Dice no temerle a la polémica, y está decidida a llevar a cabo una ampliación sustancial del edificio (los planos los dejó Salmona listos) para poder simultanear la exhibición de la colección con las exposiciones temporales. En la actualidad la colección tiene 25.000 piezas, la mayoría donadas a lo largo de los años por artistas y mecenas.

Grandes placas de hormigón sobre la 26. Foto: Jorge Bela
El museo se encuentra entre dos grandes parkings al aire libre, que le confieren un aspecto desangelado. Recientemente, las obras de la calle 26 se han convertido en un nuevo caballo de batalla. Unas enormes placas de hormigón cubren la deprimida calle, pero aíslan al Museo del Parque de la Independencia, algo que hubiera disgustado a Salmona. Las obras están paradas desde el 2.011, pues los vecinos de la zona interpusieron una demanda solicitando la demolición de las placas. Es difícil saber como quedará todo una vez terminadas las obras (el proyecto es del prestigioso arquitecto paisa Gian Carlo Mazzanti), pero lo que se ve ahora es un muro infranqueable que separa al MAMBo de la vegetación. La batalla judicial sigue su cauce, y sus resultados son completamente imprevisibles.

Una muralla aparentemente infranqueable. Foto: Jorge Bela
Entre tanto, vale la pena acercarse al MAMBo, disfrutar de sus obras de arte, de su atmósfera única, de su restaurante, y de sus vistas a los cerros. La lucha sigue, pero dentro del edificio solo se respira paz.



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