En el mercado del Veinte de Julio, mejor no ser un cangrejo



Vista desde el segundo piso del mercado. Foto: Jorge Bela
Los mercados son visita obligada para cualquier turista que tenga algo más que unas horas para visitar una ciudad. Los colores, los olores, la atmósfera siempre son únicos, y  además permiten conocer con calma los productos propios de cada región, y lo que es más importante: sus nombres. En Bogotá el mercado más visitado es Paloquemao, el segundo mayor de la ciudad, pero quién quiera hacer la visita un domingo tiene la opción de visitar el del Veinte de Julio, en pleno funcionamiento, y además combinar su visita con la del Templo del Divino Niño, y el mercadillo callejero que se forma entre ambos. Menor que Paloquemao, tiene sin embargo un carácter local y tranquilo que permite al turista conocer por dentro como es uno de los barrios populares más característicos de la capital de Colombia.

Los cangrejos aguardan su destino. Yo tomé jugo de lulo. Foto: Jorge Bela
El edificio del mercado es moderno, y tiene una cubierta que deja pasar muchísima luz. Esto lo haría ideal para sacar fotos, sin embargo existe una cierta sensibilidad hacia este tema. Mi cámara es grande y aparatosa, y llamó la atención de un guardia de seguridad que me indicó que está prohibido fotografiar el mercado. Mis amigos, que usaban sus teléfonos móviles, no tuvieron problema, pero sí conviene pedir permiso antes de tomar un primer plano de un puesto.

Todo tipo de tubérculos. Mejor preguntar los nombres. Foto: Jorge Bela
Además de luminoso, el Mercado está limpio, y apetece sentarse a tomar un jugo, incluso picotear algo. En ambos extremos del mercado hay numerosos restaurantes que permiten degustar los productos que se venden por los puestos. En muchos de ellos pude observar una pequeña pecera con cangrejos: se usan para preparar una bebida con, según dicen, alto poder afrodisíaco: los “berraquitos,” cuya composición incluye chocolisto, cola granulada, vino, whisky, ostras, borojó, miel, una ampolleta de vitamina de embrión de pato, leche, y por supuesto, ¡un cangrejo vivo! Todos estos ingredientes se pasan por la batidora y se sirven con unas galletitas.  No se me antojó el berraquito, que además sale bastante caro.

Vista del mercado. Foto: Jorge Bela


Son pocos los turistas que se acercan al sur de Bogotá. En una mañana de domingo soleada, sin embargo, no hay mejor plan, mejor manera de conocer realmente esta inmensa ciudad, que dejar las cámaras en el hotel y acercarse al Veinte de Julio para disfrutar de su mercado, sus mercadillos y la espectacular iglesia del Divino Niño.

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Comentarios

  1. El ambiente el domingo suele ser agradable. No me parece peligroso, como sí lo son las zonas más al este.
    La iglesia deja ver que hay mucha gente en constante viacrucis!!!!!!

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