Múcura: el mayor lujo es la tranquilidad


Durante nuestra primera noche en Múcura descargó una tormenta impresionante. Lloviznaba cuando nos acostamos, y seguía lloviendo cuando nos despertamos, pero lo mas fuerte, incluyendo incontables rayos, vino a horas indeterminadas, sacándonos de nuestros por otro lado plácidos sueños. Los empleados del hotel estaban felices: “hacía 6 meses que no llovía, y ha hacía falta.” El pararayos funcionó a la perfección, y a la hora del desayuno la lluvia y los nubarrones oscuros se fueron alejando. Lo bueno, la dirección daba luz verde a la inmersión, lo malo, los que íbamos a bucear no pudimos darnos el festín que nos apetecía: las arepas de huevo tendrían que esperar al día siguiente.


Nuestro programa de actividades era intenso. Teníamos un solo día, que podíamos haber empleado perfectamente en disfrutar de la playa, del baño y del careteo por las inmediaciones del hotel. Sin embargo, participamos en la mayor cantidad de actividades posible. Primero, una inmersión con bombonas. Después, un paseo en kayak. A continuación el almuerzo. Por la tarde excursión de careteo y observación de delfines. Finalmente, un paseo en barca al atardecer para conocer los islotes cercanos, incluyendo Tintipan, donde la noche anterior hicimos el baño nocturno,  Santa Cruz, una isla fascinante y singular a la que dedicaré un post más adelante.


De todas las actividades, quizá la que mas disfruté fue el careteo, pues el fondo marino es espectacular en el arrecife cercano a la isla, la temperatura del agua perfecta, y hay una gran cantidad de peces. Las inmersiones con bombona siempre son atractivas y tienen un encanto singular, pero los colores y los detalles se disfrutan mas a menor profundidad. En todo caso, el hotel tiene un acuerdo con una escuela de buceo de Cartagena que suministra todo el equipo necesario para la inmersión


Una vez en tierra disfrutamos del happy hour, con cocteles a mitad de precio y un ambiente relajado sobre la playa, hasta la hora de la cena de despedida, para la cual nos vestimos todos de blanco. Los más aguerridos del grupo participaron después en un karaoke, pero yo estaba demasiado cansado y me fui a dormir mas temprano. La música se apaga, en todo caso, a las 11 de la noche.


En Punta Faro el mayor lujo es la tranquilidad, junto con la simpatía de todo el personal. Hay habitaciones de lujo, pero a mi me asignaron una standard, que era amplia y muy agradable. No se trata de un “all inclusive,” aunque en el precio de la habitación se incluyen las tres principales comidas, que son muy buenas. Los menús son respetuosos con el medio ambiente, evitándose la pesca de especies locales (se trata de un parque submarino con alta protección).


Eso sí, conviene llevar protector solar y un repelente de mosquitos, pues éstos pueden hacer su aparición al atardecer y al amanecer, sobre todo si ha llovido como fue el caso durante nuestra visita. El hotel no es barato, pero considerando su ubicación remota y la dificultad de la operación, se pueden considerar ajustados. El costo de la lancha rápida desde Cartagena es de 150.000 pesos. El viaje es cómodo y entretenido.


Mi agradecimiento al Hotel Punta Faro y a Viva Colombia por invitarme a participar en este blog trip.

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