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Toldo de "El Parnita," un nuevo favorito en el DF. Foto: Jorge Bela |
Acabo de llegar a Zihuatanejo, a la casa de mi amiga Isabel Navarrete, quien también me hospedó en el DF. Antes de llegar a México me alertó sobre la existencia del
blog de Jorge Pedro, donde entre muchas otras cosas se habla de itinerarios inusuales (rutas de mezcales, cantinas tradicionales, etc), libros (videoblog), incluso animales domésticos. . . Su fiel legión de seguidores atestiguan sobre la consistente calidad de su trabajo. No lo dudé, escribí a Jorge Pedro para concertar una “cita a ciegas” y se mostró en seguida encantado con la idea.
No pudimos finalmente almorzar juntos, como habíamos inicialmente planeado, pero nos vimos después del almuerzo. Nos acercamos hasta El Parnita, un lugar abarrotado aún a las 4 de la tarde, y con gente en la puerta esperando para entrar, sentados en sillas y butaconas allí puestas a ese efecto. Jorge Pedro estaba con 3 amigos, y como nosotros éramos cuatro también las fuerzas estaban “equilibradas.” En seguida surgieron las sorprendentes afinidades culturales entre México y Colombia, y el intenso interés mutuo entre ambos países. Los puntos de encuentro más obvios son la música, como ilustran las rancheras en Colombia y el Vallenato en México. Jorge Pedro se mostró sorprendido al saber que en Bogotá también existe una plaza conocida como Garibaldi donde se concentran los mariachis. “El hijo de unificador de Italia luchó en la revolución mexicana,” nos explicó, “en su honor le dimos el nombre a la plaza del DF.”
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Jorge Pedro charla animadamente con un amigo. Foto: Jorge Bela |
En el Parnita circulaban los mezcales con rapidez. Como tan a menudo sucede en el DF los viernes por la tarde, los almuerzos se prolongaban hasta bien avanzada la tarde. “Mejor mezcal que tequila,” propuso mi tocayo, y es que el mezcal está experimentando un auténtico renacimiento en México. Son muchos quienes lo prefieren al tequila, especialmente en bebidas combinadas como la margarita. Los platos se veían tan ricos que nos quedamos con ganas de volver otro día a almorzar, lo que conseguimos organizar el martes. Precios ajustados, comida deliciosa y recién preparada, una atmósfera única y gran cantidad de mezcales hicieron que valiera la pena nuestra visita, aunque mejor no ir con prisas: el lugar estaba de nuevo hasta arriba de comensales, y mucha gente esperando en la puerta. El nombre tiene su gracia: es una derivación informal de un barbarismo: partner, que hecho diminutivo afectivo se ha convertido en “parnita.”
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Isa y Valentina, en El Parnita. Foto: Jorge Bela |
Jorge Pedro nos contó como su blog había evolucionado, de ser una escueta bitácora personal, narrando el día a día de sus venturas y desventuras, hasta la versión actual, que busca ser un reflejo más amplio de una ciudad deslumbrante como es el DF. Nos despedimos con un abrazo, y hemos intercambiado algunos correos desde entonces. Tengo la sensación de haber conseguido un nuevo amigo en la capital mexicana.
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Salsas en El Parnita. Foto: Jorge Bela |
Ay ay ay el Parnita! es una de las cosas que más extraño! qué bueno que le dedicaste un poquito de tu blog Jorge! un abrazo!
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