Sumapaz: el paraíso empieza en Bogotá



Sumapaz, que pena con usted. Foto: Jorge Bela
El chivo Benedito, con Sumapaz al fondo. Foto: Jorge Bela
¿Alguna vez han visto un chivo que se crea perro? Yo solo una vez, en mi visita al Parque Nacional Natural Sumapaz, una caminata extraordinaria. A Sumapaz se puede llegar en buseta, pues a pesar de ser uno de los mayores parques naturales de Colombia, y de ser el mayor páramo del mundo, comienza en el mismísimo término municipal de la capital colombiana. Nosotros fuimos en un grupo organizado por Caminantes del Retorno, buenos conocedores de la zona. Fue un día de sorpresas. La primera fue que al subir al bus escuchamos una vocecita que decía: ¿sois españoles? Se trataba de Toya Viudes, murciana y bloguera, quién desde ese momento se convirtió en muy buena amiga (fue ella quién me animó a empezar este blog).

Sumapaz, que pena con usted. Foto: Jorge Bela
Laguna en Sumapaz, que pena con usted. Foto: Jorge Bela
La segunda sorpresa saltó con las presentaciones ceremoniales que son habituales en este tipo de caminatas. A cada paseante se le pidió que dijera su nombre y su razón para realizar la excursión. Cuando le llegó el turno a un adolescente, tras su nombre espetó: “¡yo solo estoy aquí porque me ha obligado mi madre! Obviamente, este comentario bastó para romper el hielo definitivamente entre los caminantes. La tercera sorpresa nos la dio Benedicto, el chivo que decidió subir con nosotros al páramo, y no se separó ni un solo momento. Un olor penetrante y un espíritu competitivo (no permitía que nadie le sobrepasase) conformaban la personalidad de este insólito animal.

Sumapaz, que pena con usted. Foto: Jorge Bela
Caminantes del Retorno en Sumapaz. Foto: Jorge Bela
Pero la mayor sorpresa de todas fue, sin duda alguna, el páramo. Es increíble que a tan poca distancia del centro de esta urbe gigantesca pueda existir un lugar tan hermoso, tan inviolado. La ascensión inicial es fuerte, pero no exagerada: cualquier persona con una mínima forma física puede acometerla. El trayecto más largo es casi plano, aunque en ocasiones cuesta andar pues el terreno está anegado. Es fácil percibir la fragilidad extrema de este ecosistema único. Hasta los años 50 una de las cumbres de este parque tenía nieves perpetuas, pero tras un terremoto el glaciar se derrumbó y no ha vuelto a aparecer.

Que pena con Usted. Sumapaz.
Sumapaz. Foto: Jorge Bela
El día paso rapidísimo, y casi sin saberlo ya estábamos de vuelta en el bus. Sus propietarios tuvieron que atar a Benedicto, empeñado en subir y venirse con nosotros también a Bogotá. Aún cuando nos alejábamos nos seguía mirando con tristeza. En poco tiempo llegamos a Usme, pero allí encontramos un trancón monumental: las calles estaban repletas de gente disfrutando del sol, del buen tiempo y de la chicha en esa tarde de domingo. Llegamos ya de noche al centro de Bogotá, pero sabiendo que el paraíso tiene un pié puesto en un extremo de esta inmensa ciudad.

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