Un día en Villa de Leyva

Vendedor de Cactus en Villa de Leyva. Foto: Jorge Bela Kindelan
Vendedor de Cactus en Villa de Leyva. Foto: Jorge Bela Kindelan
Villa de Leyva es el lugar perfecto para pasar el fin de semana. Su clima es mucho más templado que el de Bogotá, como atestiguan los vendedores de cactus que pasean por sus calles, y el excelente estado de conservación del centro histórico, quizá hoy por hoy el mejor preservado de Colombia, invitan al paseo demorado, a la exploración sin prisas. Curiosamente, es un destino tanto para los que buscan la paz y la tranquilidad, como para los que se sienten atraídos por la rumba. A pesar de que la actividad económica principal es el turismo, ha conservado un sabor local muy marcado, que la diferencia de tantas otras ciudades turísticas que han perdido por completo el alma.

De caminata por los cerros cercanos a Villa de Leyva. Foto: Jorge Bela Kindelan
El puente pasado tuve la suerte de ir con Carlos, cuya familia es de Villa de Leyva, y con Toya. Las gestiones de Carlos fueron providenciales para encontrar alojamiento, algo casi imposible en los fines de semana largos. Nos quedamos en un hotelito simpático y económico justo al lado de la plaza. Los 175 kilómetros del viaje desde Bogotá se pueden hacer en menos de tres horas, pero nosotros nos detuvimos en lugares como el Valle de Ubaté, y no llegamos hasta la noche. En la plaza había instaladas unas carpas en las que estudiantes del SENA mostraban los resultados de su esfuerzo, y desde un escenario una orquesta atronaba a propios y extraños con sones de champeta.

Elaborando melcocha con gelatina de pata y panela. Foto: Jorge Bela Kindelán
Elaborando melcocha con gelatina de pata y panela. Foto: Jorge Bela Kindelán

Al día siguiente, tras desayunar en la Pastelería Francesa  , subimos por una empinada calle hasta el borde de la Villa, hasta comenzar el ascenso por uno de los cerros. La caminata fue suave, pero las vistas espectaculares.  Llegamos justo a tiempo para el almuerzo, y yo escogí el Patio Andaluz  por su gran balcón sobre la plaza, ya que quería sacar una secuencia fotográfica que recogiera el interminable ir y venir de personas. Increíblemente, su propietario, Iván Moyano, es un antiguo compañero de trabajo en Madrid, a quién hacía muchísimos años que no veía. A continuación les muestro la secuencia fotográfica que obtuve:



La tarde transcurrió apacible y entretenida: una espectacular novia llegó a la iglesia en un carruaje tirado por caballos; en el escenario temporal montado por el SENA se celebró un desfile de moda con trajes elaborados ecológicamente; la llegada de un repentino chubasco nos hizo buscar refugio en un bar en el que pasaban video tras video de Boney M; y así hasta que cayó la noche. Nos fuimos al hotel felices y pensando que al día siguiente nos esperaban de nuevo los incomparables croissants de la Pastelería Francesa….

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Comentarios

  1. Excelente reportaje, otro sitio al que tendré que regresar después de mucho tiempo sin ir.

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