Por mi barrio: colgados y ¡frescos!



Nunca he visto tanta gente colgada como en Bogotá. Muchos edificios, como el mío, tienen ventanales que solo se pueden limpiar desde fuera. No es raro ver empleados municipales subidos a las copas de los enormes urapanes, talando las ramas muertas. Casi no pasa un día en mi  barrio sin que alguien se descuelgue por una cuerda.


 El caso es que las alturas no parecen importarles. Nunca se les ve apresurados, o temerosos. Toman cafés, se detienen a charlar, silban para llamar la atención de sus compañeros. Están “frescos”, lo que en Colombia quiere decir tranquilos, despreocupados, contentos.


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