Previniendo los riesgos de los micro créditos con educación financiera en Bogotá


Calle de Bogotá. Foto: Jorge Bela

La aparición de los microcréditos supuso la apertura de nuevas oportunidades para los empresarios y emprendendores mas pequeños, quienes anteriormente, en caso de necesitar financiación, solo tenían acceso al llamado “gota a gota,” un sector ilegal con unas tasas de interés desmesuradas. En un principio muchos de los microcréditos estaban gestionados por ONGs, pero con el tiempo, el crecimiento de estos créditos de pequeña cuantía ha favorecido la creación de entidades financieras con ánimo de lucro especializadas en este segmento. Algunas de estas entidades se formaron en base a ONGs, que se unieron y reconfiguraron bajo esta nueva modalidad. Un ejemplo en Colombia es la entidad Bancamía. Obviamente, estos créditos tienen un mayor riesgo y exigen una mayor inversión por parte de las entidades, lo que indudablemente ha de redundar en unas tasas de interés superiores a los créditos tradicionales.

Sin embargo, con este proceso los microcréditos se han desvirtuado a medida que su volumen ha crecido. Por parte de los clientes, aunque la idea inicial era la de ayudar en la construcción de pequeñas empresas, en muchos casos empezaron a ver esta fuente de financiación como una vía de obtener bienes de consumo. También se ha detectado un crecimiento en las tasas de sobre endeudamiento, algo que ha empezado a preocupar a las autoridades supervisoras. Por parte de las entidades, también se ha detectado una incipiente tendencia a competir con las entidades financieras tradicionales en el segmento mas bajo del crédito, ignorando también en este sentido la verdadera naturaleza de los microcréditos.

Una de las formas de evitar que los problemas detectados acaben escalando hasta convertirse en una crisis financiera en el sector en Colombia, es el fomento de la educación financiera. Es crucial que los consumidores sean suficientemente conocedores de los riesgos en que incurren con el sobre endeudamiento, especialmente si se dedican las préstamos a adquirir bienes de consumo. Las propias entidades financieras dedicadas al micro crédito han lanzado iniciativas de educación financiera dedicadas a sus potenciales clientes. Las Cámaras de Comercio, como por ejemplo la de Bogotá, también han realizado esfuerzos en este sentido.

Si bien los microcréditos tienen un potencial extraordinario de beneficio para las empresas mas pequeñas y para emprendedores sin otra formas de acceso al crédito. Sin embargo, tiene también una vertiente riesgosa que debe ser vigilada y controlada. La educación financiera es un paso indispensable hacia ese fin.

Les invito a que lean el artículo que he escrito esta semana al respecto en URB.IM, uno de los portales de urbanismo más influyentes del mundo.

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